Ni la muerte, ni la fatalidad, ni la ansiedad,
pueden producir la insoportable desesperación que
resulta de perder la propia identidad.
H.P. Lovecraft
Recién llegado y con el estómago en una mano,
Veo el accionar, la "correcta" vida y lo ajeno
Pero al tratar de encapillar en este lugar
Sólo me aboco a la soledad fuera de mi ajuar.
No es que mi universo sea más grato,
es sólo que nunca he tenido un lugar,
y cuando su ósculo me aguarda con ternura,
sólo veo un siamés ponzoñoso que me augura...
Los veo a ellos tan plenos y llenos de dicha total
Rascando los años de su juventud sin final,
Lo cierto es que, después de ver este dilema,
Prefiero ser lombriz, que carroña sin ningún lema.
Ellos gritan, vociferan, alegan y discuten,
Demuestran su letra clara y sin ancha hendidura,
Y sólo ven por los eclipses de sus cajitas felices
Mientras el mundo se llena de sus míseras perdices.
Buscan sus disculpas entre flujos y estertores
¡Su poder radica sólo a través de ellos!
Pero, siendo francos, parece que juegan al bazar,
¡Mientras caen a pedazos sus carnes a punto de asar!
Sus risitas y sus gritos lo llenan todo por doquier,
Aunque, sin mucho, sus guerreros creen que sufren,
¡Nunca el doloroso pesimismo está con ellos!
Incluso cuando sus legiones gritan a lo lejos...
A veces pareciera un cuento de tiernas hadas
Cuando nos hacen creer que su obituario es uno
¡Que arda el mundo! ¡Siempre son únicos!
Cada vez que pisan un suelo ajeno impúdico.
Quiero creerme su historia y sus tradiciones
Pero tengo pesadillas con sus héroes de leyendas,
Pareciera que todo lo que tocan lo aprecian
Cuando besan por doquier el llamado que desprecian...
Queda mi venia pueblo adalid, pueblo cualquiera,
Mete aquí, tú mi amado lector, al que quieras
Pero creo que ya sabrás tú a qué pueblo he clamado
Porque he dado muchas pistas de las que me quejado...
Quieres que emulemos tus sentidos y tus dones,
pero no quiero parecerme a ti por ningún motivo,
Pueblo tierno y enroscado, lleno de historia plena,
tú, pueblo que no quiero, que yace entre la mierda.