El amigo de Natalia Carbajosa escribió:
«La magia de un poema es que
nunca se sabe qué fue verdad en él,
qué fue deseo en él.»
Así sea...
I
Escribe sobre ti, me decías...
Descríbete y escupe tus letras la saña que te aqueja
A veces y, tan sólo a veces,
lo que veas puede que te guste
pero, más a menudo,
vendrá tu carácter a reírse de lo que escribes.
Hazlo en la noche,
cuando tu consciencia duerme;
Hazlo en la noche,
cuando tu criterio descansa;
Hazlo en la noche,
cuando besas tus miserias y la recuerdas;
Hazlo en la noche,
cuando tu entrepierna se estremece...
Tan sólo hazlo en la noche...
II
Así, en la noche, me senté con todos ellos:
Manuel, la chica del pelo largo,
mi consciencia, el viejo desdentado, Rachziel,
el chocolatico, un ratón y kashiri
mi chiquillo interior e, incluso, aquel duende orejudo...
faltaron más,
pero me reuní con los que habían...
sólo faltaste tú...
Ellos me sirvieron mi copa de vino,
me amasaron la espalda,
y allí, sí, justo allí,
me senté a esperar por los retortijones de mis suspiros,
mis arrebatos por lo bueno y lo malo
y las ganas de borrarme la etiqueta de la frente.
Y allí me encontré tu lapiz...
III
Recuerdo cuando me regalaste este lápiz
que pasó toda la vida en el loquero...
ahora está en buenas manos...
Bajo su tentación, me sedujo el pintarte,
repinto tu corzo y mi bosquejo se aclara...
pero, desde que tu aliento esta ausente,
el lápiz sedujo lo que a veces me escuece...
Y dame ese veneno que después de juntar mis labios,
esos que se te atraganta en las entraña,
me retuerzo en mis penas y mis brisas nocturnas
y cristalizo mi sensualidad con acerbo.
A.A.K
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