“Cuando en la oscuridad del bosque el hombre silba,
puede que ahuyente su miedo,
pero no por ello va a ver más claro”.
Refrán Alemán.
-Buenos días doctor…
-Hola Enrique, esperaba por ti… siéntate… ¿Deseas algo para beber?
- Si gracias, verá quisiera un te verde con unas cuantas hojitas de perejil bañadas en escarcha de azúcar…
-Creo que no podré darte sino un café...si mucho con azúcar… ¿Está bien para ti?
-Pero doctor, ¡yo pensé que su consulta era seria!
-Lo es, pero vinimos a hablar de ti, no de mi suministro en la alacena.
- Está bien…
Enrique Milagros Sobreprotechs se arrellanó en la cómoda del cálido ambiente de su terapeuta Paulov Dousantos Diosmelibre. Veamos, Enrique tiene 29 años, una estatura media y es de contextura atlética por los ejercicios TRX; es profesional en ingeniería comercial y postgraduado en administración y finanzas; tiene una gran fascinación por el trabajo on-line y, además aquí entre nos, tiene recientemente una muy sensual novia quien le juramentó, bajo biblia en una mano y escroto en la otra, que el sexo orbitará bajo cualquier orificio (sea dual este argumento en él o ella) y tendrá permiso de penetración fálica inexpugnable y con garantía del “pide no más que todo te será dado”.
Ahora bien, ¿por qué nuestro bisoño y buen muchacho Enrique visita a un terapeuta? Pues bien, tiene el problema de ser un vástago de la generación “millenian”: Irresolublemente inconforme y negligente, hiperconectado, tan apático como una piedra en un camino veredal y es emocionalmente hiperestésico. Cada vez que intenta resolver su vida con algún negocio, empresa o proyecto, su animadversión al fracaso lo volvía agresivo-depresivo y maldecía su mala fortuna como elemento disociador de sus malas proyecciones e inexperiencias… Sorprende incluso que tenga la novia sexy que tiene…
-Hola Enrique, esperaba por ti… siéntate… ¿Deseas algo para beber?
- Si gracias, verá quisiera un te verde con unas cuantas hojitas de perejil bañadas en escarcha de azúcar…
-Creo que no podré darte sino un café...si mucho con azúcar… ¿Está bien para ti?
-Pero doctor, ¡yo pensé que su consulta era seria!
-Lo es, pero vinimos a hablar de ti, no de mi suministro en la alacena.
- Está bien…
Enrique Milagros Sobreprotechs se arrellanó en la cómoda del cálido ambiente de su terapeuta Paulov Dousantos Diosmelibre. Veamos, Enrique tiene 29 años, una estatura media y es de contextura atlética por los ejercicios TRX; es profesional en ingeniería comercial y postgraduado en administración y finanzas; tiene una gran fascinación por el trabajo on-line y, además aquí entre nos, tiene recientemente una muy sensual novia quien le juramentó, bajo biblia en una mano y escroto en la otra, que el sexo orbitará bajo cualquier orificio (sea dual este argumento en él o ella) y tendrá permiso de penetración fálica inexpugnable y con garantía del “pide no más que todo te será dado”.
Ahora bien, ¿por qué nuestro bisoño y buen muchacho Enrique visita a un terapeuta? Pues bien, tiene el problema de ser un vástago de la generación “millenian”: Irresolublemente inconforme y negligente, hiperconectado, tan apático como una piedra en un camino veredal y es emocionalmente hiperestésico. Cada vez que intenta resolver su vida con algún negocio, empresa o proyecto, su animadversión al fracaso lo volvía agresivo-depresivo y maldecía su mala fortuna como elemento disociador de sus malas proyecciones e inexperiencias… Sorprende incluso que tenga la novia sexy que tiene…
-Cuéntame, Enrique, ¿qué tal va tu vida?
-Doctor, he fracasado nuevamente. Traté de marcharme de casa, pero no pude hacerlo… Ese cuento de lavar platos a mano, enjuagarlos y ponerlos a secar es muy difícil… ¡Y ni hablemos de trapear, barrer, fregar, aspirar, virutiar, planchar, lavar….! ¡noooo! No logro acomodarme a esta vida miserable. Siento que cada intento por sacar mi vida adelante se ve como un despeñadero, como estar al borde de un abismo que me va a tragar de repente. Me siento sumamente frustrado…
-Mh, entiendo Enrique. Toma este pañuelito, no me empegotes el sofá por favor… Desahogate sin miedo.
-Perdone doctor... Es que es tan difícil… snif, snif…
-Sigue por favor.
- Siento que esto es culpa de mis padres y mi abuelo. Ellos siempre tan ocupados… nunca me dieron la oportunidad que merecía, nunca me enseñaron a acomodarme en la vida…
La familia Sobreprotechs primigenia había sido desterrada de Austria por la segunda guerra mundial con la madre de Enrique en sus dulces 3 años y medio. Sin lugar en que refugiarse y con una Europa botando fuego por boca y nariz, la familia migra a una Colombia precoz, multi-étnica, supracatólica y completamente opuesta a la Austria post-Habsburgo. En Colombia el abuelo de Enrique, Tobias Drejemenquietosch ingeniero civil de formación profesional, ensambló algunos de los puentes en la región céntrica de Colombia con un amigo huilense, don Augusto Camelladuro, viejo amigo de don Tobias y que pasó algún tiempo en Viena como mano de obra en construcción civil. Don Augusto, además de sumirlo en el buen oficio de levantar el codo para beber ron, aguardiente y cuanto destilado y juagadura de chicha se le atravesara, le motivó a estabilizarse en las tierras cercanas al nevado del Huila.
Después de un tiempo, don Tobias conformó su sociedad ingenieril “Las Aguilas Achantadas Asc”. Aclaremos aquí que la conformación del nombre titular de la sociedad tuvo una confusión germano-colombiana. Don Tobias quería llamar su sociedad “Aufgebracht Adelaars” (águilas rabiosas en castellano), pero en alguna parte don Tobias perdió el sentido… y el gusto, ya sea porque recibió mucho aguardiente al celebrar la firma de su sociedad, o por el exceso de orujo y Schnaps antes de la firma y terminó poniendo a su sociedad tan singular nombre.
Así, el abuelo de Enrique montó su negocio y pudo levantar una bella familia cuya hija mayor y madre de Enrique, Helena Carca Sobreprotechs sería asociada y posterior directora ejecutiva. Su esposo Enrique Móntate-Aristarco Milagros, empezó en la compañía como ingeniero de obras civiles raso e inicio sus escarceos amorosos con la señora Helena Carca entre oficina y oficina jugando al escondite con don Tobias. Enrique Aristarco logró escalar así a un puesto muy elevado en la compañía de las Águilas Achantadas al título de Coordinador de la Coordinación Administrativo de Gestión plusorgánica-metalo-industrial Organizacional de Planificación y Ejecución Evaluativa de Competitividad. Denominada para resumir la COCOGESTOMETOPLANVACUO, su oficina se erigió como obelisco para centrarse en lo más importante de la empresa… Lamentablemente no disponemos de información suficiente para detallar el oficio de tal oficina, pero confiamos en el buen nombre y cargo sustancial de la COCOGESTOMETOPLANVACUO y de su jefe directo, don Enrique grande, para dar buena fe de la labor desempeñada y su próvida ejecución. Continuemos con la visita de Enrique (el pequeño) en su visita semanal con su terapeuta…
-Entiendo como te sientes Enrique sin embargo, ¿no crees que echarle la culpa a tus padres y abuelos de tus apegos mal nutridos y de tu despojos emocionales es algo victimista?
-No le entiendo doctor, ¿qué me quiere decir?
- Lo que quiero apuntarte es lo siguiente. Eres un hombre en etapa de maduración, con buen semblante, profesional y de familia acomodada. Si me perdonas que te agregue, no eres feo, eres exitoso con el sexo opuesto.. y hasta con el tuyo por lo que me has contado… entonces, ¿crees que no has podido salir del cascarón, de tu esfera protectora y de esa supuesta cárcava oscura por culpa exclusiva de tu familia?
- Doctor, mis padres me desearon el mal, fallé en mis actos y nunca lo tuve todo. ¡Es culpa de ellos que fracase! Después de todo, ellos no dimensionan ni valoran lo que he hecho por ellos… Yo les comparto todo, les muestro mis movimientos, mis sueños… y todo están hechos mierda…
- Entiendo….- El doctor Paulov Dousantos anota un par de diagnósticos ilegibles y escribe una tercera y cuarta palabra clara en mayúsculas sostenidas leída como PELELE INÚTIL en vertical con el acróstico:
Cuando estaba a punto de terminar la primera palabra, Enrique añadió:
-Además mis padres no lograron comprender lo que deseaba y han provocado que toda mi vida sea una tragedia. Han hecho mi vida con un esquema tan rígido que siempre esta en reconstrucción.
- Infortunadamente Enrique nuestros padres ofrecen la sensación de despreocupación en nosotros. Ellos quieren preservar la sensación de felicidad a corto plazo dándonos todo… y su único pecado es que nos lo hayan dado todo a costa incluso de su propia felicidad… Además, tu buena posición social hace que tengas estatus y apariencia... y la apariencia lo maquilla todo, incluso el dolor…
- Es cierto doctor, pero así y todo me lo pone muy difícil… ¡no puede ser mi culpa! ¿De quien podría ser?
-Bueno, considerando que no quieres verte envuelto en tu crianza y que esta es la vigésima octava vez que te digo que debes mirar tu pasado con detalle para no cometer los mismos errores, creo que debes considerar enfrentar tus temores, salir de la burbuja de auto-flagelación innecesaria y ser más crítico con tus proyecciones...¿por qué sientes que fallas? ¿Crees que el placer, la gloria y la comodidad te pertenecen por derecho per se? ¿De quién realmente la culpa de tu desdicha? Has envuelto tus desdichas en la desesperación por simplemente no lograrlo y das vuelta a la responsabilidad por no asumir tus propias caídas, ¿por qué crees que caer es tan malo y deshonroso? ¿Crees que la culpa la debemos endilgar a algún chivo, cabra o pollo expiatorio por tu éxito tan esquivo? Si tus empresas han sido tan difusas y no te has dedicado a ellas con esmero y dedicación, ¿por qué siempre la culpa es de los otros?
- Vea doctor… publiqué en mi perfil lo que pensaba… ¡tengo 30 likes en 10 minutos! Por cierto doctor, ¿le conté que me estoy leyendo El Secreto de Rhonda Byrne? ¡Maravilloso!
-Doctor, he fracasado nuevamente. Traté de marcharme de casa, pero no pude hacerlo… Ese cuento de lavar platos a mano, enjuagarlos y ponerlos a secar es muy difícil… ¡Y ni hablemos de trapear, barrer, fregar, aspirar, virutiar, planchar, lavar….! ¡noooo! No logro acomodarme a esta vida miserable. Siento que cada intento por sacar mi vida adelante se ve como un despeñadero, como estar al borde de un abismo que me va a tragar de repente. Me siento sumamente frustrado…
-Mh, entiendo Enrique. Toma este pañuelito, no me empegotes el sofá por favor… Desahogate sin miedo.
-Perdone doctor... Es que es tan difícil… snif, snif…
-Sigue por favor.
- Siento que esto es culpa de mis padres y mi abuelo. Ellos siempre tan ocupados… nunca me dieron la oportunidad que merecía, nunca me enseñaron a acomodarme en la vida…
La familia Sobreprotechs primigenia había sido desterrada de Austria por la segunda guerra mundial con la madre de Enrique en sus dulces 3 años y medio. Sin lugar en que refugiarse y con una Europa botando fuego por boca y nariz, la familia migra a una Colombia precoz, multi-étnica, supracatólica y completamente opuesta a la Austria post-Habsburgo. En Colombia el abuelo de Enrique, Tobias Drejemenquietosch ingeniero civil de formación profesional, ensambló algunos de los puentes en la región céntrica de Colombia con un amigo huilense, don Augusto Camelladuro, viejo amigo de don Tobias y que pasó algún tiempo en Viena como mano de obra en construcción civil. Don Augusto, además de sumirlo en el buen oficio de levantar el codo para beber ron, aguardiente y cuanto destilado y juagadura de chicha se le atravesara, le motivó a estabilizarse en las tierras cercanas al nevado del Huila.
Después de un tiempo, don Tobias conformó su sociedad ingenieril “Las Aguilas Achantadas Asc”. Aclaremos aquí que la conformación del nombre titular de la sociedad tuvo una confusión germano-colombiana. Don Tobias quería llamar su sociedad “Aufgebracht Adelaars” (águilas rabiosas en castellano), pero en alguna parte don Tobias perdió el sentido… y el gusto, ya sea porque recibió mucho aguardiente al celebrar la firma de su sociedad, o por el exceso de orujo y Schnaps antes de la firma y terminó poniendo a su sociedad tan singular nombre.
Así, el abuelo de Enrique montó su negocio y pudo levantar una bella familia cuya hija mayor y madre de Enrique, Helena Carca Sobreprotechs sería asociada y posterior directora ejecutiva. Su esposo Enrique Móntate-Aristarco Milagros, empezó en la compañía como ingeniero de obras civiles raso e inicio sus escarceos amorosos con la señora Helena Carca entre oficina y oficina jugando al escondite con don Tobias. Enrique Aristarco logró escalar así a un puesto muy elevado en la compañía de las Águilas Achantadas al título de Coordinador de la Coordinación Administrativo de Gestión plusorgánica-metalo-industrial Organizacional de Planificación y Ejecución Evaluativa de Competitividad. Denominada para resumir la COCOGESTOMETOPLANVACUO, su oficina se erigió como obelisco para centrarse en lo más importante de la empresa… Lamentablemente no disponemos de información suficiente para detallar el oficio de tal oficina, pero confiamos en el buen nombre y cargo sustancial de la COCOGESTOMETOPLANVACUO y de su jefe directo, don Enrique grande, para dar buena fe de la labor desempeñada y su próvida ejecución. Continuemos con la visita de Enrique (el pequeño) en su visita semanal con su terapeuta…
-Entiendo como te sientes Enrique sin embargo, ¿no crees que echarle la culpa a tus padres y abuelos de tus apegos mal nutridos y de tu despojos emocionales es algo victimista?
-No le entiendo doctor, ¿qué me quiere decir?
- Lo que quiero apuntarte es lo siguiente. Eres un hombre en etapa de maduración, con buen semblante, profesional y de familia acomodada. Si me perdonas que te agregue, no eres feo, eres exitoso con el sexo opuesto.. y hasta con el tuyo por lo que me has contado… entonces, ¿crees que no has podido salir del cascarón, de tu esfera protectora y de esa supuesta cárcava oscura por culpa exclusiva de tu familia?
- Doctor, mis padres me desearon el mal, fallé en mis actos y nunca lo tuve todo. ¡Es culpa de ellos que fracase! Después de todo, ellos no dimensionan ni valoran lo que he hecho por ellos… Yo les comparto todo, les muestro mis movimientos, mis sueños… y todo están hechos mierda…
- Entiendo….- El doctor Paulov Dousantos anota un par de diagnósticos ilegibles y escribe una tercera y cuarta palabra clara en mayúsculas sostenidas leída como PELELE INÚTIL en vertical con el acróstico:
Para
Este
Lelo
Enrique
L
E
Este
Lelo
Enrique
L
E
Cuando estaba a punto de terminar la primera palabra, Enrique añadió:
-Además mis padres no lograron comprender lo que deseaba y han provocado que toda mi vida sea una tragedia. Han hecho mi vida con un esquema tan rígido que siempre esta en reconstrucción.
- Infortunadamente Enrique nuestros padres ofrecen la sensación de despreocupación en nosotros. Ellos quieren preservar la sensación de felicidad a corto plazo dándonos todo… y su único pecado es que nos lo hayan dado todo a costa incluso de su propia felicidad… Además, tu buena posición social hace que tengas estatus y apariencia... y la apariencia lo maquilla todo, incluso el dolor…
- Es cierto doctor, pero así y todo me lo pone muy difícil… ¡no puede ser mi culpa! ¿De quien podría ser?
-Bueno, considerando que no quieres verte envuelto en tu crianza y que esta es la vigésima octava vez que te digo que debes mirar tu pasado con detalle para no cometer los mismos errores, creo que debes considerar enfrentar tus temores, salir de la burbuja de auto-flagelación innecesaria y ser más crítico con tus proyecciones...¿por qué sientes que fallas? ¿Crees que el placer, la gloria y la comodidad te pertenecen por derecho per se? ¿De quién realmente la culpa de tu desdicha? Has envuelto tus desdichas en la desesperación por simplemente no lograrlo y das vuelta a la responsabilidad por no asumir tus propias caídas, ¿por qué crees que caer es tan malo y deshonroso? ¿Crees que la culpa la debemos endilgar a algún chivo, cabra o pollo expiatorio por tu éxito tan esquivo? Si tus empresas han sido tan difusas y no te has dedicado a ellas con esmero y dedicación, ¿por qué siempre la culpa es de los otros?
- Vea doctor… publiqué en mi perfil lo que pensaba… ¡tengo 30 likes en 10 minutos! Por cierto doctor, ¿le conté que me estoy leyendo El Secreto de Rhonda Byrne? ¡Maravilloso!
El doctor Paulov puso sus ojos en blanco tras su libreta de apuntes. Durante una hora y media Enrique se quejo sobre lo divino y lo humano, de su infortunio y de su mala suerte en este orbe cruel, sucio y doloroso en el que le tocó vivir. El buen doctor hacia lo suyo formulando las preguntas adecuadas y haciendo ver a Enrique que su narcisismo destrozaba lo que tocaba…
Ahora, para ahorrarnos un poco toda esa perorata y guardando el secreto profesional que el doctor Paulov nos ha permitido ver hasta el momento y, en aras de una revisión socio-experimental, terminemos de resumir nosotros y chismosiemos lo más relevante de la personalidad de Enrique… Insisto que nuestro cotilleo se hace en torno a la ciencia. Además, no se preocupen por el melindros..., perdón, por el pobrecillo de Enrique, está en las manos del buen doctor Paulov quien estará atento al cuidado de él.
Enrique Junior, desde su más tierna infancia lo tuvo todo: juguetes y diversiones Mattel, toda la colección de transformers sacas de las horribles películas de Michael Bay, consolas de videojuegos Playstation 4 (con consolas se hace énfasis en el PLURAL, ya que el dulce renacuajo Sobreprotechs, en una furiosa rabieta contra su madre por comprarle el juego equivocado, golpeó el aparatejo volviéndolo mierda de mil pedacitos)… En fin, al niñato nunca le falto lo “básico” para que un infante en pleno auge postmodernista crezca sin las carencias físicas apropiadas y con la hiper-protección y asepsia correspondiente.
Los padres de Enrique, ausentes y dados sus quehaceres diarios, sacaron sus mejores esfuerzos por sacar el mayor provecho a su pertinencia a una familia de bien (léase esto como: uno, valorar más beneficios económicos que una educación emocional firme; dos, tener un hijo lo más pronto posible que rellene a la brava todos los vacíos conyugales; tres, ocupación completa del cronograma anual de 7 am a 7 pm), hicieron del pequeño Enrique un ser a su imagen y semejanza. Por regla de tres, el augurio es más que obvio: Caprichos excesivamente consentidos, un egocentrismo que circula entre el perfil de facebook y la superioridad moral en twitter, un solipsismo galopante... Es todo lo que necesitamos saber para enarbolar el perfil de Enrique, junto con un par de parafilias que no vienen en este cuento y que no confirmamos su aseveración...
Al terminar la sesión, ambos se despidieron con cordialidad. Un abrazo de agradecimiento de parte de Enrique y la sensación de sentirse mejor con muchas lagrimas derramadas en el sofá, fueron el final de la jornada para el doctor, quien me llamo luego para tomarnos unas cervezas. Me contó algunos detalles de la sesión que yo, chismoso, les he contado con algunos pormenores (el doctor y yo hemos sido buenos amigos desde que rompí mi relación con Manuel, un viejo conocido).
Invito a Paulov a la primera tanda de cerveza con ración de nachos en el bar “El Farolito de Ernesto”. De fondo, Afuera de Caifanes retumba y tamborileo mis dedos al son del ritmo de la batería. Le digo:
- Ya no hacen rock de esa calidad…
- Si lo hacen, pero desde que empezaste con el ese metal de sangre, sangre, satanás perdiste toda afinidad y te volviste exclusivo y excluyente…
- Vee… ¿pero que te hicieron en el trabajo hoy? ¿Tuviste un mal día inyectando silicona existencial y botox emotivo?
- Ja ja ja… muy gracioso, cabrón... no… realmente mi problema es otro… ese muchacho Enrique me hace pensar en el fracaso… Rechazo a gente como él con esa dependencia enorme, pero debo atenderlo, es mi oficio, ¿no? Sin embargo, hay algo que siempre me atrae sospechosamente en los despojados constantes, en los que se esfuerzan y caen una y otra vez. Es un atractivo que los triunfadores y los todopoderosos in facto no alcanzan. Sus onerosas fuerzas bendicen glorificando lo que tocan, son reyes midas del éxito y no comprender que el caer una y otra vez trae disciplina y constancia. La lucha constante, esa puja por lograr lo que se quiere contra huracán, aluvión o cataclismo, destaca como sinónimo de lastimera congoja, como un pesaroso esfuerzo.
Me harta escuchar estos “dandis” del éxito, a esos coronados por la celebridad y la fama. Su estatus de superioridad y su posición glorificada parece que puede clasificarlo y autorizar lo que es divino y lo humano. El clamado se siente con el poder de señalar lo que se debe caracterizar, considerar, nominar ennoblecer, ilustrar… Si no estás mostrando el canalillo de las tetas parados en tacones Versace puntiagudos no vales ni la invitación al café de tu entrevista; si no usas pantalón de paño y la camisa polo que demuestre élite, te puedes ir olvidando del puesto…
Y, recientemente, no sé porqué putas se minoriza el esfuerzo y la dedicación. Los subalternos, los cadetes, los escalones más bajos, los que no somos lumbreras, generamos lástima y no representamos sino un estatus nimio entre migajas y escoria.
El fracaso se ha vuelto la punta de lanza a esquivar. Te toca y estás fuera, eres maldito por siempre. Si no pasas a tal o cual universidad que te permita estudiar cualquier mierda económica y que, obviamente te dé los dividendos y un superavit sobresaliente, serás proscrito a tener que vagabundear por la mediocridad de una institución universitaria estudiando una mediocre sociología, antropología o bellas artes. Parece ser que errar, fallar, equivocarse y desacertar son la desnudez que queremos evitar… A veces pienso que revolcarse en el error es lo mejor que te puede pasar...
-Si, es socialmente complicado difícil vivir ahora. Es como... ¿cómo se llama el de los monos? ¡Ah!, darwinismo...
-¿Qué? ¿Es lo mejor que me tienes para decir? Al carajo tu darwinismo y tus teorías… ¿Qué es esa mierda de ponerse a moco flojo por la tarea de una escobita en su quehacer diario? Es un trabajo duro, lo sé. Sé del esfuerzo y del empeño en su hacer, pero aplaudo su esfuerzo y su energía. No con esa puta tristeza intrínseca de un quehacer que debería mirarse con lastima y desprestigio ilegítimo. Por gente desvalida y desafortunada como ellos es que aún funciona este mundo, ¿o es que acaso ves a Sarmiento Angulo repartiendo mercados puerta puerta y limpiándote el culo? No sé compadre, me dan arcadas esas ganas de triunfo inmediato que está sembrándose… Todo el mundo quiere ser traqueto telenovelesco, actor adonis hiper-musculado o un adinerado inmediato trepa-sueños…
Ahora, para ahorrarnos un poco toda esa perorata y guardando el secreto profesional que el doctor Paulov nos ha permitido ver hasta el momento y, en aras de una revisión socio-experimental, terminemos de resumir nosotros y chismosiemos lo más relevante de la personalidad de Enrique… Insisto que nuestro cotilleo se hace en torno a la ciencia. Además, no se preocupen por el melindros..., perdón, por el pobrecillo de Enrique, está en las manos del buen doctor Paulov quien estará atento al cuidado de él.
Enrique Junior, desde su más tierna infancia lo tuvo todo: juguetes y diversiones Mattel, toda la colección de transformers sacas de las horribles películas de Michael Bay, consolas de videojuegos Playstation 4 (con consolas se hace énfasis en el PLURAL, ya que el dulce renacuajo Sobreprotechs, en una furiosa rabieta contra su madre por comprarle el juego equivocado, golpeó el aparatejo volviéndolo mierda de mil pedacitos)… En fin, al niñato nunca le falto lo “básico” para que un infante en pleno auge postmodernista crezca sin las carencias físicas apropiadas y con la hiper-protección y asepsia correspondiente.
Los padres de Enrique, ausentes y dados sus quehaceres diarios, sacaron sus mejores esfuerzos por sacar el mayor provecho a su pertinencia a una familia de bien (léase esto como: uno, valorar más beneficios económicos que una educación emocional firme; dos, tener un hijo lo más pronto posible que rellene a la brava todos los vacíos conyugales; tres, ocupación completa del cronograma anual de 7 am a 7 pm), hicieron del pequeño Enrique un ser a su imagen y semejanza. Por regla de tres, el augurio es más que obvio: Caprichos excesivamente consentidos, un egocentrismo que circula entre el perfil de facebook y la superioridad moral en twitter, un solipsismo galopante... Es todo lo que necesitamos saber para enarbolar el perfil de Enrique, junto con un par de parafilias que no vienen en este cuento y que no confirmamos su aseveración...
Al terminar la sesión, ambos se despidieron con cordialidad. Un abrazo de agradecimiento de parte de Enrique y la sensación de sentirse mejor con muchas lagrimas derramadas en el sofá, fueron el final de la jornada para el doctor, quien me llamo luego para tomarnos unas cervezas. Me contó algunos detalles de la sesión que yo, chismoso, les he contado con algunos pormenores (el doctor y yo hemos sido buenos amigos desde que rompí mi relación con Manuel, un viejo conocido).
Invito a Paulov a la primera tanda de cerveza con ración de nachos en el bar “El Farolito de Ernesto”. De fondo, Afuera de Caifanes retumba y tamborileo mis dedos al son del ritmo de la batería. Le digo:
- Ya no hacen rock de esa calidad…
- Si lo hacen, pero desde que empezaste con el ese metal de sangre, sangre, satanás perdiste toda afinidad y te volviste exclusivo y excluyente…
- Vee… ¿pero que te hicieron en el trabajo hoy? ¿Tuviste un mal día inyectando silicona existencial y botox emotivo?
- Ja ja ja… muy gracioso, cabrón... no… realmente mi problema es otro… ese muchacho Enrique me hace pensar en el fracaso… Rechazo a gente como él con esa dependencia enorme, pero debo atenderlo, es mi oficio, ¿no? Sin embargo, hay algo que siempre me atrae sospechosamente en los despojados constantes, en los que se esfuerzan y caen una y otra vez. Es un atractivo que los triunfadores y los todopoderosos in facto no alcanzan. Sus onerosas fuerzas bendicen glorificando lo que tocan, son reyes midas del éxito y no comprender que el caer una y otra vez trae disciplina y constancia. La lucha constante, esa puja por lograr lo que se quiere contra huracán, aluvión o cataclismo, destaca como sinónimo de lastimera congoja, como un pesaroso esfuerzo.
Me harta escuchar estos “dandis” del éxito, a esos coronados por la celebridad y la fama. Su estatus de superioridad y su posición glorificada parece que puede clasificarlo y autorizar lo que es divino y lo humano. El clamado se siente con el poder de señalar lo que se debe caracterizar, considerar, nominar ennoblecer, ilustrar… Si no estás mostrando el canalillo de las tetas parados en tacones Versace puntiagudos no vales ni la invitación al café de tu entrevista; si no usas pantalón de paño y la camisa polo que demuestre élite, te puedes ir olvidando del puesto…
Y, recientemente, no sé porqué putas se minoriza el esfuerzo y la dedicación. Los subalternos, los cadetes, los escalones más bajos, los que no somos lumbreras, generamos lástima y no representamos sino un estatus nimio entre migajas y escoria.
El fracaso se ha vuelto la punta de lanza a esquivar. Te toca y estás fuera, eres maldito por siempre. Si no pasas a tal o cual universidad que te permita estudiar cualquier mierda económica y que, obviamente te dé los dividendos y un superavit sobresaliente, serás proscrito a tener que vagabundear por la mediocridad de una institución universitaria estudiando una mediocre sociología, antropología o bellas artes. Parece ser que errar, fallar, equivocarse y desacertar son la desnudez que queremos evitar… A veces pienso que revolcarse en el error es lo mejor que te puede pasar...
-Si, es socialmente complicado difícil vivir ahora. Es como... ¿cómo se llama el de los monos? ¡Ah!, darwinismo...
-¿Qué? ¿Es lo mejor que me tienes para decir? Al carajo tu darwinismo y tus teorías… ¿Qué es esa mierda de ponerse a moco flojo por la tarea de una escobita en su quehacer diario? Es un trabajo duro, lo sé. Sé del esfuerzo y del empeño en su hacer, pero aplaudo su esfuerzo y su energía. No con esa puta tristeza intrínseca de un quehacer que debería mirarse con lastima y desprestigio ilegítimo. Por gente desvalida y desafortunada como ellos es que aún funciona este mundo, ¿o es que acaso ves a Sarmiento Angulo repartiendo mercados puerta puerta y limpiándote el culo? No sé compadre, me dan arcadas esas ganas de triunfo inmediato que está sembrándose… Todo el mundo quiere ser traqueto telenovelesco, actor adonis hiper-musculado o un adinerado inmediato trepa-sueños…
- Oye, pero calmate... ¿necesitas un ansiolítico en ginebra y una cerecita con prozac? Además, no te quito razón… pero basta de consulta, mira ese par de flacas sentadas en la barra… ¿las traemos?
-Nah, no estoy de animo, mi relación con Alexandra está fatal... Mejor te propongo esto, las próximas dos rondas van por mi cuenta.
-Nah, no estoy de animo, mi relación con Alexandra está fatal... Mejor te propongo esto, las próximas dos rondas van por mi cuenta.
JLC
Hacia rato no venía por estos lares... es un gusto saludarlos...
Hoy la música varía entre los errores, el levantarse y la crueldad de la indiferencia... Les recomiendo el Sunrise de Waylander, banda Irlandesa de cantos celtas de folk metal.
Hoy la música varía entre los errores, el levantarse y la crueldad de la indiferencia... Les recomiendo el Sunrise de Waylander, banda Irlandesa de cantos celtas de folk metal.
Virulo - El Cantor Posmoderno
Wishbone Ash- Errors on my way
Waylander - Sunrise
Queen - Innuendo