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Del todo y de nada... La alusión de un rastro de lo que nos pertenece... O quizás para rayar un poco de lo que queda...

viernes, 31 de marzo de 2017

Proteinas Matutinas, Ejercicios Levantanalgas y El Machaque Muscular



Cada vez lo escucho más frecuentemente: “necesito entrenar”, “debo ir al gimnasio, “mira qué gorda estoy”, “ya no quepo en la ropa”… Al día de hoy hay una necesidad por ejercitarse, por obtener una figura lustrosa cero grasa y curvilínea perfectamente delineada. Se ha vuelto tántrico el entrenamiento físico y ahora, con más certeza que nunca, sabemos que la ausencia de ejercicio físico potencia las probabilidades de tener enfermedades cardíacas de toda clase… ¡Un disparo al miocardio! 



La diversidad contemporánea de los entrenamientos físicos se han convertido en eventos cotidianos de todos los tipos: desde los trotes matutinos con desayuno de campeones frugívoros, hasta la escalada sin protección con sobredosis de adrenalina; desde el bodytech de la esquina con sus terapias de spinning tipo subida tour de Francia, hasta peleas todo-vale donde con legalidad de romperle la jeta al otro pelotudo en ese coliseo neo-romano de la UFC.




Incluso hemos llegado al grado de querer especializarnos tanto en las disciplinas deportivas que, para lograr rendimiento, hemos transformado la bioquímica corporal en un salpicón de aminoácidos, proteínas y mezclas energéticas que nos hagan supurar el campeón que llevas adentro… muy adentro… Incluso se ha demostrado el incremento del rendimiento físico de un atleta si se realizan electro-estimulaciones cerebrales. Estas no sólo logran que se incremente funciones motoras, sino que incrementan funciones cognitivas importantes (1). Entonces, no sólo lograras romperle la jeta al pelotudo de la UFC sino que pensarás razonable y meditativamente el por qué lo hiciste...



Nos cuentan las calorías del agua gasificada con dióxido de carbono; calculamos la cantidad de Watts generados al subir una escalera eléctrica; las aplicaciones telefónicas te dejan los bíceps como las Torres del Paine; las máquinas de televentas te dejarán el culo listo para romper castañas; el running nos pondrá como potrancos altivos y alevosos subiéndonos la libido; contamos los latidos como si en cada sístole nos dejáramos el alma...





Sin embargo, para aquellas personas quienes no tenemos el presupuesto para gastar en un corcel lozano para jugar polo, ni los beneficios de un entrenador personal puede lograr volvernos un hombre de cromagnon, ni tenemos el apego post-moderno por estar a la altura de los modelos estéticos hiper-hormonales actuales, o simplemente no deseamos tener una enfermedad cardíaca o una camiseta pos-quirurgica que nos mida los latidos del corazón (2), hay opciones más simples.





Disfrutar de una caminata de treinta minutos por una calle poco transitada, con buena música en los oídos o una buena compañía; evitar el ascensor (y mejor con paquetes de supermercado); correr tras su perro quien desea oler cuanta esquina haya; corretear a su sobrino o hijo de cuatro años por el parque… En fin, son ejercicios no tan heroicos como estar en el gimnasio machacándose horas persiguiendo los superlativos pectorales al estilo Vladimir Putin o hacer cientos de abdominales para que exhiba una atractiva tableta en la panza. Si hacemos de nuestro ejercicio una rutina agradable, tendremos una calidad de vida mejor sin improvisar en un gimnasio cual será el próximo entrenamiento que le destroce los músculos. Al menos tendremos tiempo para pensar si tanto ejercicio nos dará más humanidad...

 
JLC  

 




“...Lo que es impensable

por mucho que te machaques,

te martirices, ayunes y te inyectes,

por mucho que tengas para pagarte

un nuevo cuerpo y una nueva cara;

ser bello siendo una mala persona.

Es imposible, no hay forma...”



Oscar Trujillo M.







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