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Del todo y de nada... La alusión de un rastro de lo que nos pertenece... O quizás para rayar un poco de lo que queda...

lunes, 5 de octubre de 2015

Encuentros en Una Calle de Ningún Lugar...



Para Lori y Alice...

¿Y si este mundo fuera el infierno de otros planetas?
Aldus Huxley

Las personas no se dejan vencer por las
Circunstancias o por fuerzas que vienen de fuera,
sino de las que nacen en el interior de sí mismos”.
Banana Yoshimoto.

-Después de todo somos humanos y es claro que nos podemos equivocar...- Pensaba Allison con un aire de auto-consuelo que sólo buscaba un alivio inasible y veloz. Hace unos meses había terminado con su novio y su dolor se incrementaba ante su desesperación y suponía, con auto-sugestión continua, que no había creído haberlo amado... Ahora sabía que lo sintió plenamente y su dolor se lo recordaba constantemente...

La brisa fresca movía sus cabellos, mientras se dirigía a la cita con su ex-novio. Esa cita que se veía inexpugnable y sin dilatación; era la víspera de una conversación dependiente de un consuelo ilusorio.

Hacia unas semanas lo había querido ver, pero su cita se canceló de manera intempestiva. Recordaba aquel suceso y le dolía aún... ¿por qué la había cancelado? ¿no quería verla? ¿es que acaso su tiempo no valía? ¿era acaso un títere para su ex-novio? ¿Su amor había perdido algún atisbo de anhelo y era presa total de la cruel incertidumbre?  ¿ella era acaso una pieza más de un cruel juego de Lego que sólo servía para encasillar y ensamblar cuando a él le convenía? A pesar de sus dudas, ella lo quería aún con esas ganas perennes al iniciar un idilio, sin tapujos y sin reparos... Incluso extrañaba esa arraigada manera de besarla que disfruta incluso cuando ella se enfadaba por sus retrasos al recogerla en la universidad. ¡Sí!, sentía que esos besos era la demostración cumbre de su afecto, su vanagloria y la cumbre de su enamoramiento.

Las calles estaban llenas de transeúntes de caras desgastadas, con ese espíritu mercenario de complementar sus existencias rutinarias con televisión y su ímpetu desgastado de conseguir más dinero para sus parafilias yéndose al centro comercial “El Diamante”. Ella los observaba sabiendo que ellos querían la innoble sensación inveterada de aplastarse en sus casas a mascar sus preocupaciones y roer su tedio.

Los párvulos colegiales se veían dichosos por su salida de sus aburridas clases. Se notaba en ellos el fulgor del derroche del tiempo, la carcajada por un chiste banal y la sonrisa por no tener más encierro... al menos por el resto del día. 

Allison sólo caminaba a su encuentro mientras el manojo de nervios empezaba a aflorar cada vez más en ella, quien seguía sin entender el porqué de tanto nerviosismo. Su seguridad se disipaba lentamente a cada paso que daba, mientras evitaba el contacto visual con cualquier transeúnte.

Al cruzar la calle, cerca de un jardín pequeño lleno de flores y con un esplendido césped, veía a un gato que jugaba cruelmente con un escarabajo que trataba escapar moviendo sus patitas en todas direcciones. El gato sólo se divertía al ver tal espectáculo. Esa imagen le hizo sentir desprecio y desazón al recordarle aquel sueño que tuvo la pasada noche. Soñó viendo a su gato triste, acongojado y totalmente sucio. Decidida, salió en búsqueda de una tina para bañarlo en una piscina cercana. En un resbalón, ambos cayeron al estanque de manera acrobática. Al salir a respirar, ella buscaba a su gato con fervor y energía, mientras su gato maullaba con dolor y desconsuelo. 

Al alcanzarlo de manera ágil, logró alcanzarlo y, rápidamente, lo sacó de allí...sin embargo el gato ya no se movía. Al ver sus ojos, de ellos salían pequeños gusanos asquerosos, rugosos y ambarinos mientras el gato empezaba a parpadear de repente. Siempre se despertaba ante el mismo parpadeo crudo e infecto... ya eran dos noches con el mismo sueño...

Asqueada ante el recuerdo, cambio de calle mientras giraba su cabeza buscando la precaución de pasar la acera con calma. A pesar de todo, su trance y sus pensamientos habían girado todos los últimos tres días sobre lo mismo: gatos horribles y repugnantes, amores no correspondidos y la denostada soledad...

Se sentía insegura al pensar que, después de tanto desgaste, sentía que su ex-novio había sido su alma gemela, un hombre exento de ideas vulgares y simples, cuyo silencio siempre saludaba a la dádiva de su afecto. Sin embargo la aprensión, el prejuicio y la ingratitud toman formas anómalas y atrayentes que, al final del día, se camuflan bajo el afecto y el amor... 

Quizás no sólo era amor lo que necesitaba...

De repente, ella se dio cuenta que ya no quería llegar a su destino. Su prisa se anestesió de manera incomprensible y sus pasos fueron cada vez más lentos.... ya no estaba segura de llegar a su cita, pero era demasiado tarde para arrepentirse...

Sin darse cuenta y, lenta pero inexcusablemente, se fue acercando al lugar de la cita. Ya no tenía escapatoria para afrontar su realidad. Miro a lo lejos el reloj del campanario que daban las 5:55, mientras el sol se ocultaba bajo una nube ligeramente gris. Había llegado con cinco minutos de anticipación, y dentro de sí, Allison no sabía qué hacer. Quería salir corriendo y escapar, pero se sentía pesada, cansada y trasnochada por aquella mirada repulsiva de su gato...no quería llegar a casa a verle...

Se metió la mano en el bolsillo de su chaqueta, a lo cual sacó un papelillo amarillo que decía:

Mientras mendigo tu amor,
cierras tus ojos y vislumbro tus sueños...

Desde que el tiempo es tiempo
y, desde que encontré este estuche,
mi intención se volvió contra mí...

Empero sigo mirando la senda,
donde tu misterio fue mi provocación...
ahora, es mi ruina...”

Recordaba haberlo escrito en la primera noche que soñó con su gato pero, lo que no recordaba, era de donde habían salido las fuerzas para hacerlo, ni tampoco de dónde había salido ese triste efluvio de vigor escrito.

Ella recordaba los momentos de felicidad imperante y casi sin fin. Notaba como la felicidad se desbordaba como arena de playa entre los dedos. No parecía que hubiera satisfacción más grande que su relación que, entregada al hedonismo, incurría en una vorágine de sensaciones placenteras, trascendentes y supuestamente eternas. Sin embargo, sabía que ese mundo, construido con esfuerzo; dignamente eslabonado; levantado sin desgracias, es tan sólo un castillo de naipes que, al menor soplido, sólo le dejó un manojo de infortunados apegos rencorosos y amores corroídos y trasnochados... ¿Qué más nos queda? Se preguntaba con ahínco...

Allison veía a lo lejos una pareja que se aproximaba rápidamente y con andar cómplice. Con acto rutinario y protocolario la pareja la saluda a lo lejos. El hombre al llegar le presenta su pareja. Allison, responde de manera automática a las preguntas de rigor y retorna las preguntas con un “¿y tú?” a cada una de ellas con poca soltura.

- ¿Me has traído mi bufanda y mi libro de Isabel Allende?- Agregó el hombre con cierta premura.

-Así es Felipe... aquí los tienes- Dijo Allison ligeramente indecisa. -El libro me pareció horrible, para serte franca, ¿por qué te gustó tanto?- 

-Creo que lo que me gusta de ella es que siempre saca un libro cada año. De hecho, me encanta desde que esta señorita me lo recomendó.- Dijo Felipe con la posterior sensación de haberla cagado hasta la orilla del hades.

Allison, con ligero desprecio, miró a su acompañante quien, con resignación, miraba las pertenencias de su pareja y lo azuzaba para que se fueran a ver la última película horrenda de Michael Bay. Ella la veía con sibilino desdén. 

Luego de un intercambio de algunas frases en la casilla de una formalidad acartonada, se despidieron rápidamente. Allison los veía alejarse mientras Felipe, en un acto atrevido pero afectuoso, le tomaba del brazo y ella le abrazaba con dulzura empalagosa. 

Allison noto como le resbalaban lagrimas y, con dignidad, no sollozó. Secó sus ojos con un pañuelito que saco de su bolso, y apretujó con todas sus fuerzas el papelito amarillo arrojándolo al suelo. Con dubitación empezó a caminar lentamente y, de repente, empezó a correr mientras que sus cabellos se alborotaban al viento de su correr...

Es una pena que esta historia no tenga un final -al menos una que pudiésemos conocer- no pude saber más de Allison ni de su diciente mirada. Yo, al otro lado, observando y escuchando lo que ocurría sin querer lo que les narro, terminé mi café con pesadez, pagué y recogí aquel papelillo amarillo que guardé en mi chaqueta. Caminé por las calles abarrotadas de críos malcriados que se reían a carcajadas... yo sólo contaba los adoquines que pisaba y, con las manos en los bolsillos, pensaba si por esta vez reuniría el coraje para decirle a Antonia que ya no podía seguir así... que esto se tenía que acabar...

El ser humano es un aprendiz, el dolor es su maestro.
Alfredo de Musset

J.L.C

La Renga-Veneno
 

Chavela Vargas- Piensa en mi


Rainbow- Love is not friend

Jeff Loomis- Rapture


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